
Estar separado también es comunicación. Nuestro cuerpo se comunica a través de lo que decimos, pero principalmente a través de lo que no decimos y (no) hacemos.
Tengo la suerte de vivir con una familia maravillosa, teniendo así un contacto cercano, afecto, cariño, con regularidad, pero más allá de mi núcleo familiar, la ausencia de abrazos, besos, tan queridos en mi cultura, durante más de seis meses, me hace sentir cada vez más aislado de los demás. Esto también es comunicación; cada vez que no abrazo, no beso, no doy la mano, estoy comunicando que me preocupo por esa persona y que esa persona se preocupa por mí.
Pero, en realidad, no estamos tan aislados. Con nuestras conferencias de Zoom y charlas en grupo en Whatsapp y Facebook Messenger, las comidas familiares donde, aunque estemos separados por algunos metros de distancia, seguimos pasando el rato, hablando y compartiendo con los demás lo que es ser humano. En el fondo, comunicándonos.
Lo que más me atrae de la traducción, y lo que me lleva a tener un interés apasionado en el área, es precisamente esto, el hecho de que nosotros, como traductores, facilitamos la comunicación entre personas y culturas, aunque separadas por miles de kilómetros, permitiéndoles entenderse.
Continuamos, sin interrupciones, traduciendo a nuestros clientes, permitiendo que el mundo siga comunicándose, y de esta forma no paramos. Tomamos los cuidados necesarios, algunos de nosotros desde casa, otros desde la oficina, según sea necesario.
Sabemos que nos enfrentamos a un período de incertidumbre y de inseguridad, lo que nos hace mirar al futuro con aprensión, porque no podemos discernir lo que viene de allí, pero si seguimos, con cuidado, con distancia, comunicando que todavía estamos cerca, entonces seremos capaces de ganar.
Y nosotros estamos aquí para ayudarle.
Diogo Heleno, Director de Operaciones